Qué pena una trilogía… romántica


por Rommel Ascue Pereda

Este 25 de abril se estrena la película “Qué pena tu familia” comedia romántica chilena que es la última entrega del director Nicolás López y que forma parte de esta nueva trilogía: Qué pena tu vida, seguida de Qué pena tu boda y esta última entrega que ya tiene en el país vecino cerca de los 200 mil espectadores.
Estas tres películas funcionan muy bien juntas o independientemente porque es una historia de generación, una historia que identifica, que nos muestra el proceso de la eterna adolescencia y la madurez, que pone ha descubierto a una generación que nadie hizo caso; aquella que ahora está en base tres, reflejada en esta primera trilogía romántica.

Pero estas películas no están aisladas de sus realizadores, de su producción, de los nuevos medios de comunicación que en ella se emplea, ni de los propios nombres que llevan -funcionan bien como insulto- además de sus ejes narrativos.

Empecemos por el director, un joven de 30 años que a la mitad de su edad concursaba en festivales locales con su cortometraje “Pajero”. Desde su inicio y desde los títulos de sus obras empezamos a reconocer sus historias cotidianas, reales, juveniles, que suceden a todos, y claro, con su buena parte dramática como lo fue en este corto para el protagonista que siempre lo interrumpieron cuando se estaba masturbando. Asimismo escribía en una columna del diario “El Mercurio” que reflejaba las vivencias, una vez más, que pasaba en su colegio.

En la producción vemos un equipo independiente, de bajo recurso y que apelaron al uso del sistema DSRL, en este caso, la Canon 7D (DSRL: Cámaras fotográficas que filman video en HD y Full HD) permitiendo a partir de su óptica la profundidad de campo como también el look (imagen) similar al del cine. Todo ello sumado a su basto talento para cautivar a un público que sonríe y se emociona con sus obras de la Productora Sobras (realizadora de dichas películas) que llevan por logo un cerdo.

Referente a los nuevos medios, en la primera entrega (Qué pena tu vida) se utilizaba el recurso de los mensajes de texto (acuérdense que en nuestra juventud casi adolescente usábamos ese recurso por ser accesible y barato) permitiendo así identificarnos con los perfiles de los protagonistas. La segunda entrega (Qué pena tu boda) emplea el Facebook, además de concientizarnos (en esta sociedad digital) desde el inicio de la película que todos nuestros recuerdos pueden ser borrados con un solo click (fotos, videos, correos desde la PC).

Los títulos de las tres muestras son irónicos como ofensivos, retratando muy bien las etapas que vive un joven en ese proceso de madurar y de formar una familia. Qué pena tu vida se centra en la soltería de Javier Fernández (Ariel Levy), en su trabajo ideal, en su independencia, en creerse el todopoderoso y sin embargo hundirse, caer, y sufrir la decepción amorosa, regresar a casa de los padres; mientras, “Qué pena tu boda” es la etapa del compromiso, el establecerse con su pareja Ángela De María (Andrea Velasco), la infidelidad, las amistades “hétero-homosexual” como el de enterarse que será papá. Todo esto enlazado por el Facebook y la facilidad de perennizar momentos con los celulares”.



Todo esto nos permite esperar, además del trailer de la primera coproducción en Sudamérica con Netflix (plataforma de vídeo que ofrece en streaming películas y series de televisión) “Qué pena tu familia”, una película atractiva, irónica, dramática y de lo complicado que es consolidar un amor duradero en estos días donde impera el mundo digital, y peor aún, una familia.

Una película que se puede, sin duda, disfrutar con una buena compañía, sea la pareja (actual o futura) o con los incondicionales amigos.


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